Tintura de MELISA

Una planta fascinante y delicada que nos recuerda la fragilidad en el arte de amar y amarnos, es la Melisa (Melisa Officinalis). Planta de la familia de las Lamiaceaes cuyo nombre deriva de la raíz indoeuropea –mel– que significa miel. En griego MELISSOPHYLLON, literalmente: hojas para abejas. En la antigüedad la Melisa era considerada planta sagrada solar porque atraía a las abejas para que transformaran la luz del Sol en miel. Mas tarde esta miel era utilizada en ceremonias y ritos como símbolo concentrado de la energía solar (era lo más parecido a traer el sol sobre el altar).

Regida por Júpiter, el Sol y Venus desde antiguo ha estado presente en ritos mágicos. Las sibilas de los templos de Cumas, Delfos, Eritrea y Libia se servían de ella. La tomaban como ingrediente de brebajes dinámicos para despertar su inspiración.

Paracelso consideró a esta planta la quintaesencia de su elixir de la vida. Hace más de 500 años que se la considera fuente de vitalidad capaz de restituir la energía y retrasar la longevidad. Los monjes carmelitas la emplearon en el siglo XVII para producir su famosa y tranquilizante Agua del Carmen, también llamada Spiritus Melissae.

La Melisa se ha empleado ampliamente con fines medicinales. Conocida con el nombre de Toronjil, Menta melisa o Limoncillo, se empleaba para tratar el histerismo y la hipocondría. Estados espasmódicos, desfallecimientos, jaquecas, vértigos y atonía estomacal. Su uso más corriente era en infusión.

Hoy en día gracias al proceso de destilación podemos acceder a su maravilloso Aceite Esencial. Sin embargo es un aceite caro, ya que se necesita una gran producción de planta para poder extraer su tan preciada esencia.

Para elaborar la Tintura se necesita alcohol de 70º y hojas de Melisa. A mi en particular me gusta hacerlo con Melisa fresca recolectada en el mes de mayo, una vez celebrada la fiesta de Beltane. Dejarla reposar hasta San Juan y filtrarla a las 00:00 h. Después agrego Aceite Esencial de Melisa y honro este pequeño gesto con un ritual alquímico para exaltar su valor terapéutico y energético. Entre las virtudes de esta Tintura:

  • Como perfume terapéutico nos ayuda a querernos más, su principal arma es la dulzura. Aplicada en el cuerpo en masaje resulta muy beneficiosa para bajar las emociones exaltadas y alejar la melancolía. Como planta de Sol y Venus posee una acción específica sobre las emociones y síntomas que manifiestan plexo cardiaco y plexo solar. Ayudándonos a digerir las emociones desbordantes o aquellas que nos producen sensación de ahogo.
  • Reanimadora, genera alegría, alivia la pena profunda, la histeria, el pánico, propicia el entendimiento y genera ambientes positivos.
  • Antiinflamatoria
  • Antiespasmódica, calmante.

Por analogías simbólicas entre la melisa planta (dulce, atrae para elaborar miel) y la melisa humana (persona hipersensible y afectuosa con una gran necesidad de amor romántico, unido a una gran vulnerabilidad) actúa reforzando la piel psíquica, conservando su dulzura pero atenuando el aspecto más infantil y necesitado de la Venus interior.

A veces pudiera ser que el deseo de AMAR nos “lance” a querer encontrarnos con el otro/a y todo nuestro cuerpo se ve empujado más hacia ese deseo de unión que hacia la persona en concreto. Imaginar el amor atrae vibraciones elevadas, sentirlo zambulle el cuerpo en un gozo sensorial que emana vibraciones elevadas. Un bonito noviazgo con nuestra Esencia más primigenia. Cuando los encantos son desvelados brotan abundantes las aguas del placer, los dulces sabores de la Tierra más fértil. Y los cantos más misteriosos de las Aves coloridas. Si nos desvinculamos de nuestros deseos podemos llegar a sentirnos exiliadas de nosotras y nosotros mismos. En las pócimas correctas, la fuerza de la Melisa nos puede poner en contacto con este tipo de conexiones y desconexiones.

La Melisa nos da acceso a los tesoros que laten en el corazón tras la vulnerabilidad

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